Las ranas fueron encontradas en Cerro
Negro, que es parte del Bosque Protector Moya Molón, ubicado en los
páramos del cantón Sígsig (área del corredor Sangay – Podocarpus),
páramos que Naturaleza y Cultura ayuda a conservar, ya que albergan
fauna ya desaparecida en otras partes del país e importantes fuentes de
agua. De hecho, se espera que hasta fines de 2015 Sígsig y otros
cantones entren al Fondo del Agua para la Conservación de la Cuenca del
Río Paute (FONAPA), que ha recibido apoyo financiero de Naturaleza y
Cultura.
Este hallazgo generó otra nota,
publicada el 31 de agosto de 2015 en la Web de National Geographic,
escrita por Jennifer Holland, según la cual varios fueron los grupos
que participaron en este redescubrimiento (entre ellos, Tropical
Herping, el ya citado Amaru Zoo y la Universidad Indoamericana),
mientras que el avistamiento inicial fue reportado por técnicos del
Ministerio del Ambiente de Ecuador (MAE) y la Universidad del Azuay.
Holland sostiene que los anfibios
hallados no mostraban señales de quítrido, hongo mortal que ha atacado
duramente a esta especie, y que, combinado con otros factores, la ha
llevado hasta la casi extinción. Pero la ausencia de ese hongo tampoco
garantiza la supervivencia de la rana jambato, puesto que, para
empezar, no se sabe mucho sobre su biología, excepto que su
reproducción no es rápida.
De acuerdo a Juan Guayasamín, director
del Centro de Investigación de la Biodiversidad y Cambio Climático de
la Universidad Indoamericana, citado por Holland, la reproducción de
esta rana, que ocurre en arroyos, y para la cual la hembra soporta al
macho sobre su espalda, puede durar más de un mes, tiempo en el cual el
macho no come. Holland añade que la destrucción del hábitat sigue
siendo la mayor amenaza de las especies Atelopus y otros anfibios de
Centro y Sudamérica.
Para el biólogo Fabián Rodas,
coordinador del Programa Austro de Naturaleza y Cultura, la ausencia de
truchas (peces no nativos) en el riachuelo que hay en el lugar del
hallazgo, debido a barreras naturales, puede ser la causa de la
supervivencia de esta rana, que depende de los cursos de agua para
poner sus huevos.
Rodas agrega que este
redescubrimiento podría determinar un nuevo enfoque en el manejo de las
áreas de conservación para esta especie, ya que las truchas tendrían un
impacto más fuerte que el cambio climático, la alteración del hábitat y
la quitridiomicosis (hongos), causantes de la desaparición de varias
especies de anfibios en el mundo.
FUENTE: Naturaleza y cultura internacional
No hay comentarios:
Publicar un comentario