Nueva Zelanda creará un santuario marino
de 620.000 kilómetros cuadrados en la región de Kermadec, considerada
una de las últimas fronteras salvajes del planeta, informaron fuentes
oficiales.
"El Santuario Oceánico Kermadec será una de las áreas totalmente
protegidas más grandes e importantes del mundo", informó el primer
ministro, John Key, en la Asamblea General de la ONU, según un
comunicado de prensa de su oficina en Wellington.
El santuario, que prohibirá dentro de él todo tipo de actividad
pesquera y minera, "cubrirá el 15 por ciento de la Zona Económica
Exclusiva neozelandesa, un área que duplica el tamaño de nuestro
territorio terrestre", indicó Key.
La región de Kermadec incluye un archipiélago de trece islotes
volcánicos, de casi 7.500 kilómetros cuadrados de extensión y situado
unos mil kilómetros al noreste de tierra firme, que acoge una rica
biodiversidad marina por una mezcla entre aguas templadas y tropicales
única en el mundo.
El santuario formará parte de una creciente red de áreas marinas
protegidas a lo largo del Pacífico, como el monumento nacional marino de
las islas remotas del Pacífico, la Reserva Marina del Mar de Coral
australiano o la Reserva Marina de las islas Pitcairn del Reino Unido.
Todas ellas cubren un total de 3,5 millones de kilómetros cuadrados en el océano Pacífico.
El Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) aplaudió la iniciativa, que
deberá ser aprobada por el Parlamento neozelandés, al considerar que
pone a Nueva Zelanda "al frente de la protección marina en el escenario mundial".
La organización ecologista recordó que en las Kermadec viven muchas
especies en peligro, entre ellas varias especies de ballenas y delfines,
tortugas marinas y peces como el atún y el pez espada.
Key subrayó que además de la diversidad de vida marina, la región
Kermadec "es una de las áreas geográfica y geológicamente más diversas
del mundo porque tiene el arco volcánico submarino más largo del mundo y
la segunda zanja oceánica más profunda del planeta".
Las islas estuvieron deshabitadas hasta hace unos mil años, cuando
llegaron a ellas los primeros pobladores de origen polinesio, seguidos
por los maoríes y finalmente los europeos, que establecieron en el siglo
XVIII los primeros puertos balleneros, hasta que en 1934 fueron
declaradas reserva natural.
FUENTE: El Comercio
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