1. Todas las criaturas vivientes emiten algún tipo de electricidad al moverse en el agua
Los tiburones no son capaces de oler una gota de
sangre a una milla de distancia. Solo hay una cosa que los escualos detectan a miles de millas de distancia: la electricidad.
Los tiburones son tan
sensibles a los
campos eléctricos
que pueden ser igual o más precisos que algunos de los instrumentos
científicos que se emplean en electrostática, explican desde Oceana.
«Si
observas de cerca el hocico de un tiburón puedes ver decenas de
agujeros a su alrededor, que serían como los bigotes de perros y gatos,
pero que forman parte de una red de poros (que suponen la abertura
exterior de unos canales gelatinosos en cuyo fondo reposan las células
electrorreceptoras), denominados
ampollas de Lorenzini, que les ayudan a cazar a sus presas», escribe Allison Guy en el blog de la organización.
2. No tienen un «sentido de brújula»
Los
tiburones no poseen partículas para detectar campos magnéticos a partir
de sus órganos sensoriales, como otros animales. De modo que, al igual
que haría un motor, los escualos deben transformar los campos magnéticos
en eléctricos para que las ampollas de Lorenzini puedan advertirlos.
«Muchas especies de tiburones pueden
nadar en línea recta durante millas y ser muy precisos cuando navegan hacia puntos
alejados de su hogar, incluso durante la noche», comenta Guy, editora de la web de Oceana.
3. Madres vírgenes
Para algunas especies solitarias de tiburones la oportunidad de emparejarse son muy escasas. Por eso, las
hembras aprovechan cada encuentro sexual para almacenar esperma de los machos que puedan usar cuando su reloj biológico les indique que ha llegado la hora de ser madres.
«El
último caso de maternidad planeada conocido fue una hembra de tiburón
bambú del acuario de California (Estados Unidos), que almacenó durante
tres años y medio el esperma de un macho antes de reproducirse en 2012.
Todo un récord, según los registros científicos», manifiesta Guy.
«Tidbit»
también se hizo famosa en 2008, cuando los técnicos del acuario de
Virginia (Estados Unidos) que realizaron su necropsia descubrieron que
estaba preñada con un feto que era genéticamente igual a ella. Esta
hembra de tiburón de puntas negras también sintió la llamada de la
naturaleza, como su compañera, pero, al no encontrar un macho cerca y no
poder disponer de esperma almacenado, optó por la
partenogénesis (reproducción sexual sin fecundación).
4. Sigilosos como un ninja
El
tiburón de Groelandia es lento (nada 1,7 millas por hora), grande
(puede alcanzar los siete metros de longitud) y casi ciego (debido a
unos parásitos que se instalan en sus córneas y se alimentan de sus
retinas). Pero aún con todo, es el mayor depredador que tienen las focas
del
océano Atlántico y Ártico.
El miedo atávico
que las focas muestran hacia los osos polares les obliga a dormir en el
agua y tal circunstancia es aprovechada por los tiburones de Groelandia
para lanzar su silencioso ataque, explica Guy.
5. Doctores del océano
En aquellos
arrecifes de coral
en los que las poblaciones de tiburones han sido sobrepesadas, los
números de pequeños predadores han aumentado y, por tanto, descendido el
de peces herbívoros, tan necesarios para mantener los corales libres de
algas, concluyen desde Oceana.
FUENTE: ABC