La primera incubadora para huevos de
cóndor en el Ecuador surgió con la ilusión de transformar diseños en
papel en una máquina real. Danny Ron, de 27 años, graduado de Ingeniería
en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ), escuchó, hace un año,
hablar sobre un posible proyecto para repoblar de cóndores el país y se
volcó a la investigación y el diseño.
Según el censo realizado en el 2009, la
población de estas aves emblemáticas en el país era de menos de 50
individuos en estado silvestre. La tasa de reproducción es muy baja,
pues ponen alrededor de un huevo por año. A raíz de esta cuantificación
se creó el Grupo Nacional de Trabajo del Cóndor Andino (Gntca), en
Ecuador, donde participan varias instituciones, entre ellas Tueri, la
clínica veterinaria de la USFQ.
Fue allí que Soria conoció al
veterinario Andrés Ortega y al coordinador del Fondo Tueri, José A.
Campaña, quienes le dieron los parámetros para construir la incubadora,
según la Bioandina en Argentina.
Empleando unas cajas de madera y un
ovillo de lana para medir la humedad, los argentinos han logrado una
incubadora 100% eficiente. Liberaron 58 cóndores nacidos en cautiverio,
de los cuales 48 fueron soltados en la costa atlántica, donde se habían
extinguido hace 200 años. Así cuenta Max Araujo, especialista en
cóndores, quien estuvo de voluntario en Bioandina y pudo observar el
proceso.
La nueva incubadora ecuatoriana es 23
años más joven que la argentina. Consiste en una caja formada por dos
capas de acero inoxidable que envuelven a una de poliuretano para
conseguir un aislamiento total. Dentro de la caja hay un calentador y un
ventilador que distribuye el calor. Por un tubo llega el agua evaporada
producida por un humificador exterior.
En el centro yace una pequeña canasta
ovalada de 15 cm de largo y 7 cm de diámetro donde el huevo encaja
perfectamente. Cada ocho horas, la cápsula metálica rota 180 grados. El
movimiento recrea el comportamiento natural de los padres, quienes
mueven al huevo para que el embrión no se adhiera a las cáscaras o a la
cámara de aire, caso contrario moriría. Como receta de cocina, los
argentinos establecieron que 50% de humedad y 36,5°C de calor recreaban
las condiciones naturales para la incubación, cuenta Ortega.
Sin embargo, a los 2 355 msnm de Cumbayá
existe menos presión atmosférica que en Buenos Aires; por lo tanto, la
temperatura y la humedad que se deben aplicar son mayores. Después de
ocho meses de trabajo, Ron finalizó su proyecto de tesis y la incubadora
estuvo lista para ser probada. Al poco tiempo, en junio de este año,
Ortega recibió una llamada de la Hacienda Zuleta informándole que una
pareja de cóndores -Ayllu e Inti- había traído al mundo un huevo.
Cuando se retira un huevo, dentro de las
primeras 12 horas de puesto, los padres continúan su etapa reproductiva
y vuelven a poner otro, explica Araujo. Así se puede incubar
artificialmente un huevo mientras los padres cuidan otro, dando como
resultado dos pichones. El primer huevo, de 345 g, fue infértil, pero
sirvió para definir las condiciones óptimas para la cría de cóndores en
el país.
Así, el equipo de investigadores
estableció que el huevo de cóndor en Ecuador debía estar en un ambiente
con 75% de humedad y 37 C°. “Fue un reto, porque hay poca información
con respecto al tema, ahora viene el tema de investigación biológica:
incubación y crianza de cóndores”, dice Ron. Hoy, los científicos están a
la espera de un nuevo huevo y, con la confianza de que esta vez sea
fértil.
FUENTE: El Comercio
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